10/12/2023 | 11:00h

 

30 Rallye de Gran Canaria - (1992)

La trampa de la "Josefa"

Hace más de tres décadas ocurrió esta circunstancia insólita

Iván Hernández


Por allá por el mes de octubre del año 92, concretamente el día 24 tenía lugar la 30 edición del Rallye de Gran Canaria, una prueba que no pasaría a la historia por ser una de esas jornadas de rallyes en el que el organizador puede respirar tranquilo, y es que, en ese año se dieron unos hechos bastante a resaltar después de haber transcurridos nada más y nada menos que, más de tres décadas de la mencionada carrera.


Por un lado y quizás la peor de las vicisitudes fue la pérdida de un joven piloto de 25 años llamado Pedro Juan González, que disputaba su segunda prueba con un Ford Fiesta. Tras un fuerte accidente fallecía terminando ese día tan trágicamente con su gran pasión, los rallyes.

El siguiente acontecimiento y que le da título a esta crónica es lo que a continuación narro. Circunstancia muy curiosa que tras tantos años siguiendo al pie del cañón el deporte del motor, por lo menos nunca he tenido ninguna referencia de algo parecido en Canarias.

Concretamente esto sucedía en la isla de Gran Canaria, en la famosísima curva de la "Josefa" en el tramo de Moya, lugar donde desde siempre se reúnen muchísimos aficionados en dicho tramo para compartir ese día de carreras, el lugar recoge unas condiciones ideales por la extensión de las inmediaciones, quizás a priori, un plan ideal, pero claro, la meteorología que es muy caprichosa y que no sabe de horarios se plantó en la zona con unas nubes sospechosas, y se dio la casualidad de que comenzó a llover momentos antes de que pasaran los coches.

Tiempo más tarde, después de la lluvia vino la calma, y la peculiaridad de la zona con una tierra polvorienta de color rojiza mezclada con el agua de la lluvia, se formaba una cantidad de barro que se pegaba en la suela de los zapatos de la multitud de gente que se encontraba allí, provocando un malestar a la hora de caminar que solucionaron limpiándose en el asfalto. Muy "mala idea" teniendo en cuenta la masificación de aficionados que se encontraba en la "Josefa" limpiándose casi al mismo ritmo y al compás de una mancha militar, pues imagínese en como quedó lo negro o sea el asfalto, más típico de un rally de Inglaterra que de uno de nuestro archipiélago Canario.

Resumiendo, las consecuencias la pagaron los pilotos, encontrándose a su paso una pista muy deslizante que parecía que hubiera placas de hielo, teniendo su desenlace en una cantidad de accidentes que se produjeron casi todos en pocos metros, sufriendo percances casi una docena de vehículos.

Como pueden ver en las fotos que ilustran este artículo, parecía que los árboles que se encontraban en los límites de la carretera poseían un poder magnético que atrapaba los vehículos. Y es que yo no daba crédito a lo que estaba viendo, convirtiéndose en una gran trampa para los participantes. Aunque muchos a pesar del susto, reanudaban nuevamente su carrera pero otros acabaron su rallye allí.

En lo deportivo el equipo de Ralliart Islas Canarias, Ricardo Avero y Nazer Ghuneim con el Mitsubishi Galant VR4 Gr. A, marcaban una simetría inicial casi inalcanzable haciéndose con la victoria del rallyes. En la segunda plaza se clasificaban los de la flecha amarilla de la época, el BMW M3 de José María Ponce y José Carlos Déniz, y cerrando el podio, Iñaki Urriza y Salvador del Castillo (Nissan Pulsal GTi -R) que además ganaban también el grupo N.

EN MEMORIA DE PEDRO JUAN GONZÁLEZ


 

 

Mis inicios con quince añitos, las primeras fotografías que realizaba en las carreras. Aquel casi final de año del 92 sería el comienzo de este bonito hobby que me perdura hasta los días actuales ininterrumpidamente. La cámara, una Olympus Pen del 72 y despojada de mi padre sería la herramienta de aprendizaje

 



 

 

 

 

 

 

 

 
 
 
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